Cuando llegamos al hotel para hacer el check-in, el señor que estaba en la recepción no nos hizo sentir para nada bienvenidos y su actitud hacia nosotros fue deplorable. No sabía español ni inglés y nosotros no sabíamos italiano, así que traté de hacerme entender con aplicaciones de traducción, pero él nos decía con señas (y no muy amablemente) que no estábamos en la lista de reservas y que él no sabía usar la computadora. Luego, por suerte, otras personas que se estaban alojando en el hotel nos hicieron favor de traducirnos lo que decía el señor, y hacerle saber que nosotros sí teníamos una reserva. Les indicó que su jefe estaba a la vuelta, en un restaurante en el que también era gerente y nos teníamos que comunicar con él, así que tuvimos que ir al restaurante a buscar a alguien que sí nos entendiera y nos pudiera atender. El gerente fue muy amable con nosotros, se disculpó y nos proporcionó nuestra habitación.
La habitación no contaba con aire acondicionado, y el ventilador no era tan potente como para refrescarnos del calor de una noche de verano.
Al día siguiente cuando nos íbamos, revisé debajo de la cama para ver si habíamos dejado algo y me di cuenta que estaba lleno de polvo.
Aunque ya en el check-out nos atendió otra persona que también fue muy amable, le cobraron a mi esposo 10 euros más de lo que habíamos elegido en la página, que supuestamente ya venía con impuestos incluidos. De esto nos dimos cuenta hasta que ya nos habíamos retirado.